
Y pusiste todo tu empeño en ese hecho,
y deseaste tanto elevar las alas,
que comenzaba a temblar tu estómago.
El viento puede ser dulce
y aterciopeladas las nubes.
Pero la mejor parte ocurre
cuando un soplido fuerte
te logra envolver.
Obstruyendo tus oídos
con su ensordecedor suspiro.
Volviéndote parte del cielo,
instalando en tu alma una llama
que no se apagará nunca...
Pues esa fue y será,
la primera vez que sentiste
la verdadera esencia del amor.
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