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María Luz Crevoisier

Olvido


Hospital psiquiátrico.

Carretera Central.

Estoy frente al Pabellón

de Mujeres.

La ponciana tiene abiertas

sus ramas

y acaricia el cielo, como si entendiera

de estos silencios sin brillo.

Atrás queda el Pabellón

de Varones.

Los veo, me miran, me preguntan

desde el abismo infinito

de los siglos

y yo no respondo, no hace falta.

Las poncianas se multiplican

adrede y me pongo mustia

sentada en esta banca

mientras el requiebro melancólico

de la cuculi me consuela.

Arriba, como cometa

está suspendido un nido vacío

sobre la rama más alta y esbelta

de esta momentánea compañera

que me dice adiós,

bañándome con su cálida estatura.


 

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