8. Gitano
Dislocas el compás gitano
buscando conquistar el viento,
conduces hacia lo lejano
fugaz arrebato de aliento.
Pretendes rociar destellos
a un soberbio mar de luz,
siquiera piedad de los cielos
detienen tu gran inquietud.
Entonas un flamable eco
en el mechero de la lluvia,
veterano horizonte seco
impermeable a lo que fluya.
Vienes matizado en deslices
a recobrar todo tu poder,
sobre resilientes raíces
que a su paso dejó el ayer.
Efervesces astutamente
mis parsimoniosos sentidos,
tentados a arribar el frente
con afán se fingen ceñidos.
Elevas mi alma con tu ser,
ni el sol quema a punto tal
para arder como arrebol la fe
y fundir limerencia en cristal.
Regodeas cual son melifluo
lo que arremetes a timar,
mientras tergiversas lo mutuo
por aserba bagatela dar.
Desarmas inconmensurable
súbitamente nuestro ahora,
abatimiento inevitable,
ya no resplandece la aurora.
9. Esplendor
Me apabulló el sendero nocturno,
contando las almas que vinieron
a sentenciar a la mía.
Sin mirar atrás recojo las migajas del nuevo amanecer, que ha acaudalado de esencia a mi ser.
Creo estar perdida en libertad,
con sed de ciega embriaguez,
sólo entonces entiendo al destino.
No pretendo devorar pisadas al olvido de ésta realidad, pues me quedo, así sea infernal o celestial.
Descalza voy acompañando tus adentros,
y en medio del río adueñado,
la afluencia retengo.
Cualquiera toma y conduce estrellas
pero inmenso es poder soltarlas
y verlas correr al ras del mar.
Suspendida en el aire en augurio de caer
o arribarme al sol, me estremece respirar,
cierro los ojos...
Tales segundos hacen bulla y
burla de los gratos días
en que el esplendor
solía ser de fácil rozar.
10. Náufraga
Los anhelos que deposité en tí,
ni las olas del mar los arrastraron.
Se conservan como pizcas de arena añejas,
incrustadas y esparcidas en las rocas
de aquel solitario lugar.
¿Para qué recuperar un timón que nunca tuve
cuando solo fui un capricho en tus manos
que no supieron navegarme?
Nunca sabré por qué ni cómo,
sólo sé que el inicio fue hacerle
una eufórica visita matutina...
Al caer el crepúsculo,
perderme entre el sonido de las sirenas
clamando nuestros nombres,
mientras intentamos nadar juntos
Luego, tras la noche estrellada, en secreto,
pedir deseos fugaces y opuestos.
Baile clandestino de dos amantes fugitivos
que no quieren irse nunca y abandonar
la marea que se esmeran por surfear.
Quedarnos dormidos a la par
de una mutua batalla final.
Y amanecer sin ti, sola, con las heridas
cubiertas de sal marina,
y silenciosos recuerdos playeros.
Ingrid Astrid Villegas Gutiérrez
Soy una mexicana de 24 años, nacida y residente de Villahermosa Tabasco. Me licencié en psicología hace un par de años en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
Como poeta novata y recién salida del closet en tal aspecto, debo confesar que una parte de mí siempre estuvo conectada con la escritura y lectura de poemas, en especial a partir de mis 15 años de edad. Junto con todos los eventos y experiencias que tuve a partir de esa etapa de mi vida, y a través de una práctica asociada a un hobbie, comencé a escribir ideas y sentimientos totalmente fuera de lo intencionado a un poema o a cualquier otro género literario. Simplemente lo único que siempre pretendí fue expresarme, desahogarme y crear algo propio, con la indudable necesidad de liberarme y en ese sentido, sentirme y ser libre, tomando esa libertad entre mis manos y plasmarla en un papel.
Diversos y esporádicos han sido los momentos de inspiración que me animaron en todo el proceso de dar forma a la presente obra, incluyendo referencias auténticas e impecables como las primeras obras de Martha Rosa Esquinca Díaz.
Comments